"No es un vino de sed. Es un vino de final".
Hoy, las nuevas formas de consumo valoran lo sin alcohol, lo ligero, lo normado.
Entonces este vino: 15°, Syrah, barrica, botella bordelesa, es un anti-vino.
Demasiado maduro, demasiado denso, demasiado honesto.

Una negativa cortés a esta época.

Pero en el fondo, no es una provocación. Es un recordatorio que un vino debe hablar de su terroir, no seguir la moda. Por eso debemos repensar cómo cultivar la vid, arrancar y replantar con inteligencia, reducir el uso del agua, trabajar con la permacultura y adaptarnos de forma natural a los cambios.
No se trata de volver al pasado.
Se trata de salvar las viñas de hoy para que sean el patrimonio de mañana.
Y eso, no tiene nada de anticuado.
L'Entremetteuse.
 
 
L'Entremetteuse, en francés significa “la celestina”, aquella que arma encuentros, cruces de caminos, y romances inesperados. Palabra de inspitaración para un proyecto que es un embajador entre mundos: entre el Viejo Mundo vinícola y el Nuevo; entre la elegancia europea y la pasión chilena.
Laurence Real es la enólóga francesa quien junto a su marido Pablo Bastías en 2016, deciden emprender su propio proyecto vinícola, alejándose de los estándares comerciales tradicionales para explorar una vinificación más artesanal y experimental. Su enfoque se centra en respetar los terroirs, minimizar la intervención en el proceso de vinificación y destacar la diversidad del Valle de Colchagua, desde la cordillera hasta el mar.
Cada uno de sus vinos refleja el compromiso con la autenticidad, la experimentación y el respeto por el entorno natural del Valle de Colchagua.