Este blend de Carmenere (68%), Cabernet Sauvignon (24%) y Petit Verdot (8%) se hace con el mosto más concentrado de cada una de las cepas. Esto se consigue gracias a una técnica que Marcela Chandía, enóloga y gestora de este proyecto, aprendió mientras trabajaba en Sudáfrica. Cada una de las cepas se fermenta por separado y pasan 18 meses en barricas francesas de 1er uso.
 
El resultado es un vino donde frutas negras maduras son la protagonista y se ensamblan de manera perfecta con toques de madera.
 
En nariz encontramos mix de frutos negros, tabaco, regaliz, pimentón rojo ahumado y caramelizado. Toques de anís y vainilla… por raro que perezca, a ratos nos hizo pensar en un Suny (el dulce).
 
En boca es más bien un vino horizontal. Mix de pimientas, capuchino, moras y arándanos de finales del verano. Hay toques de poleo.
 
Taninos redondos, amables, bien cuidados.
 
Si quieres conocer más sobre el proyecto de Chile DiVino, haz click aquí